IDENTIFICACIÓN DE LAS EMOCIONES.
Las
emociones tienen una importancia fundamental para el terapeuta cognitivo. El
principal objetivo de la terapia es lograr el alivio de los síntomas y la
reducción del nivel de distrés a partir de la modificación del pensamiento
disfuncional.
Las
emociones negativas intensas son muy dolorosas y pueden ser disfuncionales
cuando interfieren con la capacidad para pensar con claridad, resolver
problemas, actuar de manera eficaz y lograr satisfacción.
El
terapeuta no analiza todas las situaciones en las que el paciente se siente
disfórico, sino que trata de apuntar a la reducción del distrés emocional
relacionado con interpretaciones equivocadas de situaciones. Las emociones
negativas “normales” forman, junto con las positivas, parte de la riqueza de la
vida y tienen una función importante, tal como sucede con el dolor físico, que
nos alerta acerca de un problema potencial que debe ser enfrentado.
Distinguir
entre pensamientos automáticos y emociones:
Muchos
pacientes no comprenden claramente la diferencia entre lo que están pensando y
lo que están sintiendo. El terapeuta trata de dar sentido a las experiencias
del paciente y de compartir con él la comprensión de los hechos y, de una
manera sutil y continua, lo guía para que pueda ver esas experiencias a través
del modelo cognitivo.
El
terapeuta organiza el material que el paciente le presenta, clasificándolo
según las categorías del modelo cognitivo: situación, pensamiento automático y
reacción (emoción, comportamiento y respuesta fisiológica).
La
importancia de distinguir entre distintas emociones:
El
terapeuta continuamente conceptualiza o reformula los problemas del paciente,
tratando de comprender la experiencia y el punto de vista de este.
Intenta además,
interpretar cuál fue el proceso por medio del cual las creencias subyacentes
dieron lugar a ciertos pensamientos automáticos específicos en una situación
determinada y cómo influyeron sobre las emociones y el comportamiento del
paciente.
El
terapeuta debe llegar a entender la relación entre los pensamientos, las
emociones y el comportamiento.
Dificultad
para catalogar las emociones:
La mayor
parte de los pacientes pueden catalogar sus emociones fácil y correctamente.
Algunos, sin embargo, tienen un vocabulario un poco empobrecido en lo que atañe
a las emociones. Hay otros que comprenden intelectualmente los términos que
designan emociones, pero tienen dificultad para catalogar las propias.
El
terapeuta pide a la paciente que evoque una situación específica en la cual
sintió una emoción en particular. A partir de la descripción parecería que ella
ha identificado la emoción correctamente. Sin embargo, el terapeuta quiere
estar seguro de que así es, por eso, le pide identificación de los pensamientos
automáticos.
El
contenido de esos pensamientos concuerda con la emoción que ella enunció.
A continuación,
el terapeuta pide a la paciente que evoque otras dos ocasiones en las cuales se
haya sentido enojada. Este intercambio transcurre de un modo bastante rápido y
el terapeuta no le pide que especifique sus pensamientos porque está
razonablemente seguro de que está clasificando en forma adecuada la emoción.
Dificultades
para evaluar el grado de emoción:
Es
importante que los pacientes no sólo identifiquen sus emociones, sino que
además puedan cuantificar el grado de emoción que están experimentando. Algunas
personas tienen creencias disfuncionales respecto de sus emociones.
Es
importante que los pacientes aprendan a evaluar la intensidad de las emociones,
para que puedan controlar sus creencias.
Es
necesario controlar si las respuestas que han generado para responder de manera
adaptativa al pensamiento o a la creencia han sido efectivas. El terapeuta y el
paciente deciden si una cognición requiere de una intervención posterior,
midiendo la caída de la intensidad en la emoción. Cuando un terapeuta, no mide
el cambio en las tensiones, puede suponer equivocadamente que una intervención
ha sido exitosa y pasar prematuramente al siguiente pensamiento o problema.
Finalmente,
evaluar la intensidad de una emoción en una situación dada ayuda al paciente y
al terapeuta a determinar si la situación requiere de un mayor examen.
0%
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25%
|
50%
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75%
|
100%
|
Nada
triste
|
Un poco
triste
|
Medianamente
triste
|
Bastante
triste
|
Lo más
triste que he estado o que imagino poder estar
|
Si el
paciente sigue teniendo dificultades para evaluar la intensidad de sus
emociones, el terapeuta puede considerar la posibilidad de ayudarlo a construir
una escala de intensidad emocional idiosincrásica, para usarla como guía para
futuras evaluaciones.
Grado de emoción/angustia
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Situaciones
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0%
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Mirar
una película por televisión el sábado pasado
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10%
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Preguntarme
si llegaría a tiempo a la sesión de hoy.
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20%
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Dolor
en un costado, ¿apendicitis?
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30%
|
Preguntarme
por qué mi madre llamó inesperadamente.
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40%
|
Pensar
acerca de cuánto trabajo tengo que hacer.
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50%
|
Participar
en la clase cuando conozco la respuesta.
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60%
|
Pensar
en consultar al asistente docente.
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70%
|
Hablar
con mis amigos sobre lo que haremos después de graduarnos.
|
80%
|
Participar
en la clase cuando no estoy segura de la respuesta.
|
90%
|
La
noche antes de mi examen de economía.
|
100%
|
El
accidente de auto de mi padre.
|
Utilizar
la intensidad emocional como guía para la terapia:
Es
posible que el paciente a veces no perciba cuáles son las situaciones que debe
llevar a la terapia. El terapeuta puede entonces pedirle que establezca una
valoración del grado de malestar que sintió, para decidir si el tratamiento de
una situación puede beneficiarlo.
En
síntesis, el terapeuta busca obtener un claro cuadro de la situación que
perturba al paciente. Lo ayuda a diferenciar bien pensamientos de emociones. Le
demuestra empatía respecto de sus emociones a través de todo el proceso y lo
ayuda a evaluar el pensamiento disfuncional que ha incidido en su estado de
ánimo.
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